domingo, 3 de junio de 2018

Camino del Cid ( Anillo Gallocanta )


Argumento: tras las huellas del Cid

Este pequeño pero intenso anillo comienza en Daroca. Sabemos que el Cid histórico acampó
durante varios días
en esta ciudad en 1090, y que allí firmó un acuerdo con el conde catalán Berenguer Ramón II,
a quien había derrotado poco antes en el Maestrazgo. El Cantar de mío Cid, a su vez, también
se refiere a Daroca y afirma,
con poco fundamento histórico, que la ciudad tributaba al Campeador, quien había sojuzgado
con sus hombres toda la zona. Para imponer su ley, el Cid, siempre según el Cantar,
estableció varios campamentos desde los que lanzaba sus algaras. Uno de ellos, el más conocido,
lo situó en el Poyo del Cid (Teruel). El otro, en Allucant. No se sabe con exactitud donde se
encuentra este lugar, aunque algunos estudiosos opinan que se trata de Gallocanta,
población que era conocida como Allucant en el siglo XIII. Esta posibilidad nos abre las puertas
a una ruta circular muy atractiva y de gran valor histórico y ecológico, ideal para un fin de semana. 


El Boss

Karlitos



El viaje: qué vas a encontrar

Se trata de un anillo muy interesante desde el punto de vista natural. La laguna de Gallocanta
es un impresionante sistema lagunar jalonado de pequeños pueblecitos. Es una de las lagunas
saladas más extensas de Europa Occidental y posee una gran diversidad biológica.
Este ecosistema acoge cada invierno a miles de grullas y otras aves migratorias que se detienen
aquí en sus viajes entre el norte de Europa y África. Se trata de un espectáculo natural de
primer orden que, junto al buen número de aves acuáticas, esteparias y rapaces que alberga
(más de doscientas especies), convierten a Gallocanta en uno de los paraísos ornitológicos de Europa.





 La historia de esta zona es muy interesante: los asentamientos humanos documentados en la
zona se remontan a unos 4.000 años. La zona es fértil, las aguas de la laguna tienen concentraciones salinas superiores a las del mar, por lo que hubo desde la antigüedad explotaciones de sal y también mineras, de hierro, que requerían una gran cantidad de leña, lo que provocaría la deforestación del territorio y la irrupción de los cultivos y zonas de pasto. Se trata de una tierra rica protegida por sierras con dos pasos naturales importantes hacia el valle del Jiloca y Molina de Aragón. Las poblaciones, desde la antigüedad, estaban fuertemente defendidas; esto explica la densidad de castillos existentes: Santed, Gallocanta (apenas vestigios), Berrueco, Tornos... La mayor parte son de origen medieval pero se asientan sobre restos más antiguos. También hay interesantes yacimientos celtíberos, como el de El Castellar, que se encuentra a 1 km pasado Berrueco en dirección a Tornos.







 El regreso, coincidente en el último tramo, nos devuelve a Daroca. Esta ciudad monumental fue fundada por árabes yemeníes en el siglo VIII. Tras cruzar sus imponentes murallas, el viajero se siente trasladado a otra época. Daroca posee un rico y variado patrimonio artístico tan extenso como su historia. Para conocer sus secretos lo mejor es callejear y perderse por sus pasadizos, patios y rincones. El pasado islámico también se deja notar en su gastronomía, y especialmente en su repostería, donde sobresalen las trenzas mudéjares o las almojábanas.





Hasta el próximo viaje.

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