Argumento: sigue las huellas del Cid
Desterrado por el rey Alfonso VI, el Cid
abandona Castilla y entra de noche, para no ser descubierto, en los
territorios de la antigua taifa de Toledo. Este tramo comienza en
Atienza, por entonces un puesto de avanzada musulmán y según el Cantar
una peña “muy fuerte”, y prosigue hacia el Henares, donde los
desterrados, necesitados de víveres, toman una población fortificada,
identificada como Castejón de Henares o tal vez Jadraque. Al mismo
tiempo Álvar Fáñez, el lugarteniente del Cid, se lanza con doscientos
caballeros a saquear el valle; esta correría es el argumento del Ramal
de Álvar Fáñez. La ruta prosigue hacia el noroeste, atravesando el
desolado páramo de Layna, hacia el valle del Jalón, por un trazado muy
bien descrito en el Cantar de Mío Cid. Las plazas musulmanas que pueblan
su ribera, dedicadas a la agricultura, se ven obligadas a mantener a
las tropas del Cid.
En la jornada 16 del destierro el Cid
acampa frente a la villa fortificada de Alcocer (hoy un yacimiento
arqueológico), muy cerca de Ateca, y tras un sitio de más de tres meses
la conquista. En represalia, un ejército llegado de Valencia con 3.000
jinetes se enfrenta al Cid y sus hombres. Estos vencen en una de las
batallas más feroces narradas en el Cantar, y los generales vencidos son
perseguidos hasta Terrer y Calatayud. Con esta victoria el Cid
acrecienta su fama y riqueza, necesarias para seguir su camino a tierras
valencianas.
Este tramo también recoge una parte de los
itinerarios seguidos por Jimena, sus hijas y la hueste del Cid en sus
viajes a Castilla y Valencia; su epicentro es la fortaleza fronteriza de
Medinaceli.
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